Google

lunes, 9 de mayo de 2011

Salón de lectura: Miguel Delibes. "Cinco horas con Mario"

"Rogad a Dios en caridad por el alma de D. Mario Díez Collado". Así comienza esta obra,  con la esquela mortuoria, en la que se nos informa de su edad, 49 años, y los nombres de su familia.
Su mujer, Mª del Carmen Sotillo, Menchu para sus allegados, de 44 años, se despide de los que han ido a expresar sus condolencias, y se queda a solas con su marido:


"Carmen se encara con su hijo y le muestra el libro:
– Mario -dice-, acuéstate, te lo suplico. Quiero quedarme a solas con tu padre. Es la última vez".

 Toma la Biblia, que él señalaba y repasaba, de la mesilla de noche...


"– Manías. Mario leía sobre leído, sólo lo señalado, ¿comprendes? Yo ahora -se la ablandan los ojos pero, paradójicamente, su voz se va afirmando-, cogeré el libro y será como volver a estar con él. Son sus últimas horas, ¿te das cuenta?"

Y a partir de lo subrayado por él, comienza  a desgranar lo que ha sido su vida juntos, su matrimonio, principalmente sus quejas y reproches hacia una condición en la que, por ser mujer, todas sus peticiones, creencias, pensamientos y convicciones, se veían subordinadas a las de un marido que creía ser recto, solidario y justo con todos, menos con su mujer, a la que, al parecer, jamás comprendió ni se molestó en comprenderla.

Sus problemas económicos (no tener coche, el usar la bicicleta, no disponer de una vajilla presentable...), el hacer uso de la casa sin contar con su opinión

,"pero por ayudar a un preso, por si no lo sabías, te pueden detener, como lo oyes, por cómplice o como se llame"

En fin, un repaso exhaustivo de un ama de casa de clase media que se convierte en un arquetipo de la mujer de posguerra, de los años 60, con la que muchas de nuestras madres podrían verse identificadas.

El monólogo, entre las citas bíblicas subrayadas por el difunto, divaga de un tema a otro en un lenguaje coloquial, sencillo, sin estridencias, referente también de la falta de cultura  de esta mujer a la que, el marido, a pesar de ser profesor, jamás se molestó en instruir.

Reproche tras reproche, el autor nos va acercando poco a poco al motivo que es realmente el culpable del verdadero malestar de Menchu:  estuvo a punto de serle infiel y no fue ella la que lo evitó.

"que le recordé a nuestros hijos, o a lo mejor fue él, vete a saber, ya ni me acuerdo, pero para el caso es lo mismo, Mario, que me quitó la palabra de la boca, que ni hablar podía, estaba desquiciada, cariño, tienes que hacerte cargo, sólo quiero que me comprendas, ¿oyes?, porque aunque hubiese hecho algo malo no era yo, puedes estar seguro, que la persona que estaba allí no tenía nada que ver conmigo, sólo faltaría, pero no pasó nada, nada de nada, en absoluto, te lo juro por lo que más quieras, Mario, créeme, y si Paco no hubiera reaccionado hubiese reaccionado yo, ya me conoces"

Es el sentimiento de culpa el que mueve todo el monólogo, y la muerte inesperada, el no haber podido hacer algo para "compensarle"...

Y una cosa que no te he dicho, Mario, que el otro día, hará cosa de dos semanas, el 2 del pasado para ser exactos, Paco me llevó al centro en su Tiburón, un cochazo de aquí hasta allá, no veas cosa igual, 

Desemboca en su derrumbamiento, en la exacta medida de su pesar 

" pero perdóname, Mario, anda, te lo pido de rodillas, no hubo más, te doy mi palabra, yo sólo he sido para ti, te lo juro, te lo juro y te lo juro, por lo más sagrado, Mario, por lo que más quieras, por mamá, fíjate, que más no puedo hacer, pero mírame, un segundo aunque sólo sea, anda, hazme ese favor, ¡mírame!, ¿es que no me oyes? ¿cómo quieres que te lo diga? ¡Mario, que me muera si no es verdad!, no pasó nada, que Paco, a fin de cuentas, un caballero, claro que fue a dar conmigo, pero si yo tengo un Seiscientos, ni Paco ni Paca, te lo juro, Mario, te lo juro por Elviro y por José María, ¿qué más quieres?, en mejor plan no me puedo poner, Mario, que yo puedo llevar la cabeza bien alta, para que lo sepas, pero ¡escúchame, que te estoy hablando! ¡no te hagas el desentendido, Mario!, anda por favor, mírame, un momento, sólo un segundo, una décima de segundo aunque sólo sea, te lo suplico, ¡mírame!, que yo no he hecho nada malo, palabra, por amor de Dios, mírame un momento, aunque sólo sea un momentín, ¡anda!, dame ese gusto, qué te cuesta, te lo pido de rodillas si quieres, no tengo nada de qué avergonzarme, ¡te lo juro, Mario, te lo juro! ¡¡te lo juro, mírame!! ¡¡que me muera si no es verdad!!, pero no te encojas de hombros, por favor, mírame, de rodillas te lo pido, anda, que no lo puedo resistir, no puedo, Mario, te lo juro, ¡mírame o me vuelvo local ¡¡Anda, por favor…!!"

En fin, una gran novela, inmortalizada en el teatro, con guión revisado por el propio autor, por las geniales interpretaciones durante 25 años de Lola Herrera, 1979, y   la más actual de Natalia Millán, en el 2010.


 -----------



miércoles, 4 de mayo de 2011

Salón de lectura: José Mª Gironella. "Los Cipreses creen en Dios"

Siendo la novela que actualmente leo a mi padre (en persona o mediante grabaciones en CDs) y ante la tan traída y llevada "memoria histórica", traigo a esta página uno de los libros que, siempre en mi humilde opinión, sigue siendo el que mejor y más objetivamente narra los avatares de los periodos de la Guerra Civil Española siguiendo las peripecias de la familia Alvear.
Los padres, de clase media acomodada (la madre, Carmen, vasca, ama de casa, y el padre, Matías, funcionario de Correos) y sus tres hijos, Ignacio, Óscar y Pilar, abarcan en sus relaciones familiares, amistosas, afectivas, laborales, de militancia y de vecinos una gran perspectiva de la sociedad española en los últimos tiempos de la república y la contienda española.

El autor, al comienzo de la guerra civil huyó del territorio republicano a Francia, para luego entrar en la zona nacional y unirse al ejército de Franco. Logró llegar a San Sebastián y se alistó voluntario en una Compañía de Esquiadores del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat que se había formado en Zaragoza para cubrir el Pirineo aragonés. Pensó entonces que cuando terminara la contienda alguien debería escribir por qué se produjo, en qué había consistido y cuales serían sus consecuencias.(1). Así concibió la trilogía, luego tetralogía, en la que dominan sus fuertes intentos de neutralidad.

A este primer título, de 1953, le siguieron Un millón de muertos (1961), Ha estallado la paz (1966) y Los hombres lloran solos (1986).


(1) Extracto de wikipedia

miércoles, 13 de abril de 2011

Salón de lectura: "El fuego del cielo". César Vidal.

Premio de novela histórica Alfonso X el Sabio en el 2006, esta corta historia, de agradable lectura, nos lleva al año 173 después de Cristo, bajo el dominio del emperador Marco Aurelio.

A través de personajes como una esclava prostituta, un centurión, un mago egipcio y un joven de buena familia que espera optar a un cargo militar, el autor se basa en hechos documentados para acercarnos a lo que debió ser la abigarrada, variopinta y sucia capital del imperio, a su forma de vida, a sus habitantes, así como a la disciplinada estructura del ejército que hizo posible tan amplio dominio y a los albores de un cristianismo simple, sencillo, cercanos a las primeras doctrinas y, por tanto, lejos de la iglesia que actualmente conocemos.

De todo esto trata, y de nada... pues el relato nos da cuenta de todo ello sin tecnicismos ni retórica alguna, con una facilidad de comprensión que capta nuestro interés desde el principio, saltando de un personaje a otro individualmente hasta reunirlos para sufrir las consecuencias de ese "fuego en el cielo" que marcará sus vidas.

Una lectura aconsejada y aconsejable. ¡Os gustará!

martes, 5 de abril de 2011

Salón de lectura: "Marina". Carlos Ruiz Zafón

Entre el suspense, el misterio y el terror, la novela transcurre en la periferia de Barcelona, concretamente, en el barrio del Raval, que el autor tan bien conoce. Sin duda, inspirada por los restos de algún noble caserón de la  Barcelona medieval que aún se conserva, la novela recoge las peripecias de dos adolescentes: Óscar Drai (quien relata la historia) y Marina.
Es precísamente la atracción hacia uno de esos edificios lo que lleva al protagonista a internarse en uno de esos caserones que  Marina habita junto a su padre , en un lúgubre ambiente impregnado de la tristeza por la memoria de la madre fallecida y una incurable y fatal enfermedad cuyos efectos y consecuencias el autor se complace en dosificar como un misterio más. Dejando al lector adivinar, sólo al final se desvela quién la padece.
Pero éste es solo uno de los enigmas. El principal se centra en la historia del fundador de la Velo-Granell, fábrica de aparatos de ortopedia, usados por Mijail Kolvenik para contrarrestar las imperfecciones de la naturaleza en seres deformes, obsesión que deriva en una lucha contra la muerte.
La novela,  fechada en la posguerra española, está llena, sin embargo, de personajes atemporales que viven por y para el recuerdo. Tan solo las breves estancias de nuestro protagonista entre las paredes del colegio-residencia en el que vive, nos llevan a finales de los años 70.
La aparentemente apacible narración de una incipiente historia de amor entre los protagonistas,  -en un ritmo cada vez más acelerado, conforme se desentrañan uno tras otro los misterios que envuelven las ruínas de una casa señorial, su invernadero y un  teatro , que comienzan en el cementerio de Sarriá-  desemboca en una historia de terror poblada de muertos vivientes con una terrible sed de venganza y sangre.
Con escenas en ocasiones tremendistas en exceso, y con inesperados y bruscos giros en la novela "tomados al vuelo" para conducirla al fin previsto, el autor de la no superada "La sombra del viento" consigue captar el interés del lector hacia esta novela que ha sobrepasado ya la docena de ediciones.

lunes, 21 de marzo de 2011

Salón de lectura: "La cinta roja". Carmen Posadas.

El título en modo alguno vaticinaba lo que se escondía en esta novela: nada menos que los entresijos de la que fue la más ejemplar revolución de la Historia: la Revolución francesa.

La autobiografía de Teresa Cabarrús, mujer frívola y desenfadada donde las haya, pero también fría, calculadora e influyente, protagonizó muchas de las etapas cruciales de dicha revolución.

"Cherchez la femme" dicen. "Buscad la mujer", sí. Éste es el estudio biográfico y perfectamente documentado, de hasta dónde podía llegar la influencia de la mujer (muy bella, por supuesto) en una época en la que su papel era de mero adorno.

Novela en que las armas de mujer sirven para torcer el curso de la Historia y nosotros, sus lectores, atendemos a la frivolidad, desparpajo e impudicia de quienes protagonizaron los acontecimientos de la toma de la Bastilla, la "época del Terror", la caída de Robespierre y el imperio napoleónico.

De sobra sabemos que los grandes cambios, las grandes revoluciones, se hicieron (se hacen) a costa de litros y litros de sangre derramada, de almas ingenuas, de rebaños de corderos llevados al matadero, de mártires  convencidos de unos ideales que al fin no son más que títeres para colmar la ambición y el "sálvese quien pueda" de los poderosos, de aquéllos que saben jugar y simular el corte de la guillotina con esa cinta roja, igual que juegan y simulan los grandes defensores de la Patria para mantener su posición.

En esta novela es la propia Teresa Cabarrús, en la última etapa de su vida, la que narra sus memorias. Española, de ascendencia francesa, hija de familia acomodada (nada menos que del fundador del Banco de España), va desgranándonos la miseria de la Política en general y la de esta época, en particular, que no duda en el derramamiento de sangre inocente por exigencias del guión.

¿Os recuerda a algo?